Desgraciadamente el artículo no se queda corto porque a lo largo de los años ha proliferado un comercio constante de barcos de alta velocidad que transportan miles de kilos de sustancias ilegales. La unión de uno de los productores de hachís más importantes del mundo (Marruecos) y una demanda creciente de consumidores en la Unión se conjugan para convertir a La Línea en el punto central de estas transacciones.
Cada embarcación es capaz de llevar unos 1.200 kilos de hachís y se estima que cada noche operan unas 10 lanchas, por lo que el volumen de droga que entra a través de España es considerable. La policía fue capaz de incautar en 2017 algo más de 145.000 kilos, una cifra elevada que solo supone entre un 10% y un 15% del total. Las autoridades estiman que en esta costa actúan unas 30 pandillas que tienen una media de 100 miembros, por lo que para poder combatirlas es necesario un gran número de recursos que actualmente no se tienen.
Un sindicato local estima que se necesitarían al menos 67 nuevos oficiales, con una capacitación óptima, para poder plantar cara al problema, pero lo cierto es que en la última convocatoria de empleo público solo se ofrecieron dos vacantes. Además, los expertos señalan que el asunto no se trata como la prioridad que es debido a que se sabe que España solo es la puerta de entrada, pero que la mayoría de las drogas se van a otro lado.
La región vive una situación muy complicada. La crisis económica afectó duramente y se perdieron muchos trabajos. Cádiz tiene la tasa de desempleo más alta de España y lugares como La Línea (33% de paro) o La Atunara (80%) son dos ejemplos de que la gente está tan desesperada que puede terminar recurriendo al dinero fácil.
La Atunara es un antiguo distrito de pescadores en el que actualmente los traficantes operan sus embarcaciones. Un simple vigilante de estos grupos se puede embolsar hasta 1.000 euros diarios, mientras que un conductor de lancha puede ganar hasta 60.000 por un único viaje. La preocupación de los habitantes de la zona es que los jóvenes sucumban a estas ofertas ante la falta de oportunidades. Las tentaciones económicas son obvias y la fractura social evidente.
“¿Cómo puedo decirle a mi hijo que se tiene que levantar a las 6 de la mañana para hacer un trabajo normal por el que le pagan 900 euros al mes habiendo tanto dinero fácil en el aire?”, se preguntan los vecinos.
No sería la primera vez que ocurre algo así. De hecho, tres generaciones de jóvenes nacidos en la región se han visto incitados por estas circunstancias ante la escasa respuesta de un Gobierno que debería incentivar el trabajo en la zona como única salida a esta crisis.
Otra de las preocupaciones es que los enfrentamientos entre policía y traficantes cada día son más violentos. Conscientes de la falta de recursos de los agentes, los narcos tienen menos miedo a plantar cara y no dudan en embestir sus embarcaciones contra las lanchas de las autoridades para librarse de ser detenidos. También causan accidentes para mantenerles ocupados cuando hay un envío de mercancía.
Los investigadores apuntan a que son necesarios programas de educación social y creación de oportunidades laborales legales para aliviar la situación, junto a una acción coordinada por la Unión Europea que implique a todos los actores en los distintos ámbitos.
Mientras su Alcalde, Juan Franco, no para de insistir a todas las intituciones que La Línea necesita medidas urgentes y especiales. Medidas que damos por seguro paliarian muchos problemas de nuestra ciudad.